Sin ser filósofo y sin recostarse en el diván de un psicólogo, en nuestros momentos de ocio o durante nuestras noches de insomnio, cada uno de nosotros se cuestiona el sentido de la vida. Al menos el sentido de la suya propia. De esta manera, nos planteamos pequeñas preguntas sin grandes respuestas. O incluso grandes preguntas sin ni siquiera un atisbo de respuesta. A menos que la rutina diaria de repente descarrile y nos arroje, con vértigo, al borde del abismo insondable del sentido. Un fondo tormentoso puede entonces emerger a la superficie, dejando entrever, como un monstruo marino, un sentido prohibido... que constituye la esencia trágico-cómica de nuestras existencias cotidianas. Un descenso cómico a las profundidades de nuestras vidas superficiales...
Un hombre que perdió sus papeles debido a un malentendido, investiga para recuperar su identidad antes de resignarse a convertirse en otra persona. Entre novela negra y fantasía. Un breve relato en primera persona, trágicamente divertido, que también se puede presentar como un monólogo teatral.