Horizontes

Horizontes

En una tierra de nadie con apariencia de purgatorio, tres personajes que han perdido la memoria contemplan el horizonte en busca de respuestas a sus preguntas existenciales. Pero ¿de qué horizonte se trata exactamente…? Una tragicomedia de reflexión científica y filosófica sobre el ciclo eterno de la vida y la muerte.

Título original en francés : Horizons
Traducción al español por el autor

Elenco : As personagens são de sexo indiferente.
As possíveis distribuições são: 3H, 3M, 2H/1M, 1H/2M.

Pieza escrita en Outubro de 2025

Traducciones
en inglés : Horizons (por el autor)
en português: Horizontes (por el autor)  

Resumen

Horizontes es una meditación tragicómica sobre la conciencia, la memoria y los límites de la comprensión humana. Ambientada en un espacio purgatorial indefinido, la obra sigue a tres personajes de género neutro —Ben, Dom y Max— que han perdido la memoria y se enfrentan a un horizonte cambiante en busca de sentido. A través de su diálogo, Martinez convierte el escenario en un laboratorio metafísico donde el lenguaje se vuelve a la vez herramienta y trampa: una ventana abierta al mundo y una jaula que encierra el pensamiento.

Inspirándose en el legado de Beckett e Ionesco, Horizontes prolonga la tradición del Teatro del Absurdo en el siglo XXI. Donde Endgame de Beckett termina en silencio y Las sillas de Ionesco en el vacío, los personajes de Martinez persisten: siguen hablando, siguen cuestionando, siguen unidos por la necesidad de comprender. Mezclando humor, imaginería científica e ironía existencial, la obra transforma la desesperación en curiosidad cósmica. El horizonte —óptico, metafísico y lingüístico— se convierte en la metáfora suprema de la condición humana: la búsqueda infinita de un sentido siempre más allá de nuestro alcance.

Análisis

 Una meditación tragicómica sobre la memoria, el lenguaje y los límites de la comprensión humana.

1. Visión general

Horizontes transcurre en un espacio indefinido y liminal —una “tierra de nadie con apariencia de purgatorio”. Tres personajes que han perdido la memoria —Ben, Dom y Max— se encuentran juntos, contemplando un horizonte misterioso que parece desplazarse, alejarse o acercarse según sus percepciones.

Lo que empieza como una situación cómica, casi absurda, pronto evoluciona hacia una reflexión filosófica y existencial sobre la conciencia, la identidad y la naturaleza cíclica de la vida y la muerte.
El horizonte mismo se convierte en una metáfora de los límites del conocimiento humano —tanto físico como metafísico.

 

2. El espacio escénico: entre dos mundos

La acción se desarrolla en un escenario vacío, bañado por una luz irreal. Los personajes parecen suspendidos entre la existencia y la inexistencia, entre la vida y la muerte, entre el sueño y la realidad.
Este entorno fuera del tiempo y del espacio convierte la obra en una especie de laboratorio metafísico, donde el lenguaje es la única herramienta que les queda para intentar comprender su condición.

El horizonte —invisible pero omnipresente— funciona como una frontera móvil entre:

  • lo visible y lo invisible,

  • lo conocido y lo incognoscible,

  • el yo y el otro,

  • la vida y la muerte.

Es a la vez el límite de la percepción y la promesa de la trascendencia.

 

3. Los personajes: espejos del pensamiento

Aunque su género es indeterminado (y la obra permite varias combinaciones posibles de reparto), los tres personajes —Ben, Dom y Max— funcionan menos como individuos psicológicos que como facetas personificadas de la conciencia humana.
Pueden interpretarse como tres voces dentro de una misma mente, o tres modos distintos de relacionarse con la realidad.

Ben — El humanista y mediador
Ben suele actuar como puente entre los extremos. Pregunta, observa e intenta establecer conexiones.
Encarna la curiosidad y la empatía, pero también cierta impotencia. Oscila entre la esperanza y el escepticismo, entre la fe en el sentido y la conciencia del absurdo.
Cuando dice: “Mientras sigamos hablando, no estamos muertos todavía”, expresa el impulso humano esencial de hablar para existir.
Ben es el buscador de sentido —la parte de nosotros que no puede dejar de preguntar “¿por qué?”, incluso cuando no llega ninguna respuesta.

Dom — El irónico y el rebelde
Dom es el más cínico, sarcástico y terrenal del trío. Cuestiona constantemente las suposiciones de los demás y se burla de la pretensión filosófica.
Su humor es mordaz, y con frecuencia devuelve la conversación a la absurdidad de su situación.
Sin embargo, su rebeldía esconde una profunda desesperación existencial: la necesidad de afirmar su libertad en un mundo donde ya no queda ninguna.
Dom representa la voz de la revuelta —la parte de nosotros que se resiste a la resignación y necesita reírse frente al vacío.

Max — El pensador y teórico
Max es quien cita la física, la metafísica y la filosofía. Se fascina con las metáforas científicas: la curvatura de la Tierra, el horizonte de sucesos, el gato de Schrödinger, los agujeros negros.
Su razonamiento es riguroso pero estéril: intenta racionalizar lo inexplicable.
A través de él, Martinez caricaturiza la mente racional moderna, que analiza, nombra y conceptualiza sin cesar —pero sin lograr escapar de la prisión del lenguaje.
Max encarna el intelecto —la voz de la razón que finalmente se enfrenta a sus propios límites.

Juntos, estos tres personajes crean una dinámica triangular:
– Ben conecta,
– Dom desestabiliza,
– Max explica.

Su diálogo se convierte en una dialéctica teatral —una oscilación constante entre el sentido y el sinsentido, la esperanza y la desesperación, el lenguaje y el silencio.

 

4. Estructura y progresión dramática

La obra se desarrolla en cuatro breves escenas, cada una marcando un cambio de percepción o de conciencia.

EscenaSituación / EventoFunción dramática
1Los tres personajes descubren que están frente al horizonte. Se preguntan qué hay más allá e intentan recordar quiénes son.Establece la situación inicial y el tono filosófico. Surgen los temas de la memoria y la percepción.
2Aparecen recuerdos fragmentarios —aviones, hospitales, catástrofes.Introduce la duda: ¿están muertos, soñando o en coma? Aparece la metáfora del “horizonte de sucesos”.
3Se multiplican las hipótesis: ¿eran alpinistas, astronautas o pacientes?El diálogo se convierte en alegoría cósmica —la identidad se disuelve en una conciencia colectiva.
4Dom decide avanzar hacia el horizonte. Los otros lo siguen. Se atan con una cuerda y caminan hacia el público.Final metafísico: esperanza, ironía y retorno cíclico de la existencia.

Cada escena redefine el sentido del horizonte: ilusión óptica, frontera de la muerte, límite científico y, finalmente, umbral de renovación.

 

5. Temas y motivos

El horizonte como metáfora
La imagen central representa:

  • Los límites de la percepción (científicos: la curvatura de la Tierra);

  • Los límites de la vida (la muerte como horizonte que no se puede cruzar);

  • Los límites del conocimiento (el lenguaje como ventana y jaula a la vez).

Cada intento de definir el horizonte lo aleja un poco más —del mismo modo que cada intento de definir la verdad o el sentido solo multiplica las perspectivas.

El lenguaje y sus límites
La obra reflexiona continuamente sobre el poder y la impotencia de las palabras.
Dom llama al lenguaje “una rejilla que nos encierra en la única realidad que nuestros sentidos pueden percibir.”
Max intenta explicar la existencia con la ciencia y la lógica.
Ben sigue usando metáforas, aun sabiendo que quizá no signifiquen nada.
Al final, su discurso se vuelve un bucle —una representación autorreferencial del pensamiento persiguiéndose a sí mismo.

Vida, muerte y renacimiento
Inspirándose en las filosofías orientales y occidentales, la obra propone una concepción cíclica de la existencia.
Ya sea en un accidente aéreo, un coma hospitalario o una nave espacial atraída por un agujero negro, cada escenario simboliza el paso entre mundos: el eterno reciclaje de la energía —“el gran reciclaje”.
La muerte, en Horizontes, no es un fin sino un cambio de estado —como la materia o la luz que desaparecen más allá del horizonte de sucesos.

Memoria e identidad
Al haber olvidado quiénes son, los personajes deben reinventarse.
Su amnesia se convierte en una metáfora de la finitud humana: nos definimos por la memoria, pero la memoria es frágil y selectiva.
Al final, olvidar puede ser la forma más pura de libertad: “Al menos lo habremos olvidado todo, y podremos volver a maravillarnos de estar vivos.”

 

6. Tono y estilo

El tono oscila entre:

  • la gravedad filosófica (conciencia, muerte, universo),

  • el humor absurdo (juegos de palabras, ironía, pseudo-ciencia),

  • y el lirismo poético (repeticiones, ritmo, imágenes).

Martinez combina magistralmente el teatro existencial (Beckett, Ionesco) con un toque más ligero e irónico, creando algo accesible pero profundo: una tragicomedia del desconcierto metafísico.

 

7. Final simbólico

El desenlace —cuando los tres personajes se atan entre sí y caminan hacia el horizonte— puede leerse como:

  • un gesto de solidaridad ante lo desconocido,

  • una metáfora del viaje colectivo de la humanidad hacia sus propios límites,

  • y una última ironía: mientras las luces se apagan, nunca llegan a su “Salvador”, pero mantienen la fe de todos modos.

El horizonte de los sucesos se convierte así en el horizonte mismo del teatro —la frontera donde la ilusión y el sentido se disuelven en la oscuridad.

 

Conclusión

Horizontes es a la vez una fábula metafísica y una obra sobre el lenguaje —una confrontación poética con lo incognoscible.
Jean-Pierre Martinez utiliza el humor, la repetición y la paradoja para explorar las grandes preguntas:
¿Quiénes somos? ¿Qué hay más allá? ¿Por qué hablamos?

A través de Ben, Dom y Max, pone en escena el diálogo eterno entre la fe, la duda y la razón —entre el deseo de saber y la imposibilidad de conocer.

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